Aguad y un misterio de 45 millones de dólares
07-03-10 / Admite que se hizo conocido a fuerza de criticar al kirchnerismo y que se siente en condiciones de disputar la gobernación de Córdoba. Como interventor de Corrientes Capital pidió un préstamo de 60 millones al Banco Nación y sólo pudo justificar el uso de 15.
Por Diego Rosemberg
drosemberg@miradasalsur.com
Oscar Aguad está feliz. Dice que desde que se convirtió en protagonista principal de los últimos rounds en el Congreso la gente lo para y lo saluda en la calle. Admite que se hizo conocido a fuerza de criticar al kirchnerismo y que se siente en condiciones de disputar la gobernación de Córdoba en 2011, siempre representando al radicalismo que –para él– no hay dudas de que debe postular como candidato presidencial al fundador del partido Consenso Federal (Confe), el vicepresidente Julio Cobos.
Al reelecto jefe de la bancada de diputados de la UCR le llevó 27 años de carrera en la función pública llegar a las primeras planas de los medios nacionales. Pero, en verdad, desde mucho tiempo antes ya era bastante conocido en su Córdoba natal y en la provincia de Corrientes, donde fue interventor durante el gobierno de la Alianza, el mismo que –bajo la gestión de Domingo Cavallo en el Palacio de Hacienda– contrajo el Megacanje y el Blindaje, los créditos a los que ahora Aguad se opone a paga con las reservas del Banco Central.
Padre de cinco hijas mujeres, rugbier de vocación y abogado de profesión, Aguad llegó a la función pública de la provincia mediterránea a la edad de Cristo, en 1983. Pero comenzó a ocupar cargos de gran relevancia recién una década más tarde, cuando era gobernador el fallecido Ramón Mestre. Bajo su mandato primero fue secretario de Gobierno Municipal de la Docta y más tarde se convirtió en ministro de Asuntos Institucionales y Desarrollo Social provincial, entre 1995 y 1999.
Al frente de ese cargo hizo honor al apodo con que aún lo llaman sus coterráneos: “El Milico”. Todavía circula por Internet la foto que lo muestra en el acto oficial del Día de la Bandera de 1997 en la que se lo ve junto a su mentor, Mestre, su actual mano derecha Luis Romero Molinari, la jueza federal Cristina Garzón de Lazcano, y detrás de uno de los más temibles comandantes de la última dictadura militar: Luciano Benjamín Menéndez, quien fuera titular del Tercer Cuerpo del Ejército y responsable de crímenes de lesa humanidad por los que fue condenado, en dos causas judiciales, a prisión perpetua. En uno de esos procesos, también fueron declarados culpables dos ex policías pertenecientes al Departamento de Informaciones Policiales –más conocido como D2–, una estructura a la que Aguad no soló protegió en su gestión sino sobre la que se recostó: sostuvo al comisario mayor de la División Inteligencia Criminal de la policía Carlos Yacinelli, acusado de haber integrado el Grupo de Tareas de la D durante la última dictadura.
Yacinelli fue una pieza importante durante la gestión Mestre-Aguad que decidió reprimir las protestas surgidas ante una serie de impopulares medidas de ajuste que ejecutó la gobernación: recorte de un 30 por ciento a los salarios de los empleados estatales, eliminación del 82 por ciento móvil correspondiente a los jubilados, cierre de escuelas y hospitales públicos y una polémica reforma educativa que movilizó a 60.000 cordobeses en las calles. “Con la política educativa, Mestre y Aguad hicieron posible lo que nadie hasta ahora había logrado en Córdoba: que el Partido Comunista y la Iglesia participen juntos de una misma marcha”, se ríe sin alegría una dirigente universitaria cordobesa. Por aquellos días, Aguad se convirtió en el enemigo número uno de militantes sociales y sindicales, a quienes criminalizaba denunciándolos penalmente.
No obstante, su férrea tarea en la provincia le deparó un premio del gobierno nacional encabezado por Fernando de la Rúa. A poco de asumir, en diciembre de 1999, la Alianza decidió intervenir la provincia de Corrientes, sumida en un caos social y económico que incluyó la muerte de dos militantes a manos de la Gendarmería. Para esa tarea designó a Ramón Mestre como interventor, quien a su vez ungió a su delfín Aguad como comisionado interventor al frente de la capital provincial. En el momento en que Mestre fue nominado ministro de Interior del gabinete delarruista, en marzo de 2001, El Milico pasó a ocupar el principal sillón de la intervención.
Por su actuación en Corrientes, el ingeniero civil Rodolfo Amilcar Paladini, autodenominado como “un ciudadano romano”, lo denunció penalmente. Lo acusó de haber cometido “administración infiel” de un crédito solicitado al Banco Nación por 60 millones de pesos/dólares que –según el querellante– jamás rindió. “Lo cambiaron por famosas cuasimonedas, que acá se llamaba. CeCaCor. De los 60 millones, solo pudieron justificar 15 en pagos de deudas, el resto se esfumó”, asegura Paladini, y agrega: “Fue un latrocinio total, se acordó un interés del 16 por ciento, una locura para un crédito en dólares”.
La causa fue y vino de los juzgados provinciales a los porteños según los vaivenes políticos, hasta que la Corte Suprema determinó que el expediente se tramitara en Corrientes. “En 2007 Aguad había sido sobreseído por prescripción de la causa, pero a mí nunca me notificaron, tampoco a la Municipalidad, que también es querellante. Entonces presenté un recurso de nulidad en noviembre pasado, cuando me enteré”, explica Paladini. Esta semana, la prensa correntina publicó que la Cámara del Crimen confirmó el procesamiento de Aguad en un expediente que ya está por cumplir una década y aún no esclareció el caso.
Pero Aguad –una persona fría y de trato distante– no empezó a ganar centimil en la prensa nacional por la causa judicial que lo investiga, sino a medida que se enfrentaba al kirchnerismo. Fue el artífice de la ausencia de la oposición en el debate por la aprobación de la Ley de Medios en la Cámara de Diputados. Con vistas a su candidatura a la gobernación cordobesa comenzó a ocupar todos los espacios posibles: integra el Consejo de la Magistratura, la comisión bicameral de seguimiento de los decretos de necesidad y urgencia y también lidera el bloque de diputados de la UCR, cargo para el que fue reelecto en diciembre tras una pareja disputa con Raúl Alfonsín, uno de sus acérrimos enemigos radicales junto a Mario Negri, Ángel Rozas y Gerardo Morales. Para doblegar al hijo del ex presidente necesitó indultar a los legisladores que habían abandonado el partido para acompañar a Cobos en el Confe y permitirles el retorno al bloque radical. Por ahora su tropa es muy heterogénea: reúne a diputados de las más diversas corrientes internas de la UCR. “Lo siguen más por el rechazo a Alfonsín que por afinidad con él”, explica un hombre que transita a diario la Cámara baja y que cuenta una infidencia: “En la primera reunión de bloque, el diputado Hugo Castañón, que se supone responde a él, pidió la palabra diciendo que iba a votar a favor del Fondo del Bicentenario por expreso pedido de su gobernador rionegrino, Miguel Saiz”.
Hoy su mano derecha es Luis Molinari Romero, otrora niño mimado del ex gobernador Eduardo Angeloz y vice de Ramón Mestre en Córdoba. Acodado en un sillón del Palacio Legislativo, es el testigo de todas sus operaciones políticas. Entre ambos imaginan el camino que los lleve a la gobernación de su provincia natal. Mientras lo hacen, ríen de felicidad y saludan a la gente en la calle.
Fuente www.peronismocordobes.blogspot.com
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